Por José Rubén Hernández Torres
Black Swan
“La única persona interponiéndose en tu camino eres tú”
Efectivamente, mucho nos quejamos, mucho decimos, mucho fingimos, sin embargo, terminando de opinar en los salones de la universidad volvemos a nuestras casas a vivir una vida tranquila en la que no nos enfrentemos a los problemas de nuestra realidad.
La película de Black Swan es una invitación a llevar nuestra vida a los límites de la física, a sublimarnos y apostar a ser perfectos, aunque en esto arriesguemos la vida.
Los estudiantes somos una minoría, unos pocos privilegiados podemos entrar a una institución de educación superior. Nuestra obligación entonces es respetar este privilegio y aprovechar de nuestro conocimiento para alcanzar lo inalcanzable.
Es importante mencionar que en la película por la que Natalie Portman ganó el Óscar, su personaje entrega su vida a su pasión, el ballet. Su muerte es una de las muertes más dignas que puedo imaginar. Su muerte la vuelve inmortal, los seres humanos llegamos a la vida eterna solamente realizando un acto que quede en la memoria colectiva, nos convertimos en historia, en palabras, y las palabras jamás mueren.
Si elegimos una carrera, no es solamente para sacar el título o para conseguir pareja para toda la vida. La carrera es una elección de vida, los estudiantes debemos de dar nuestra vida a esa decisión. Hacer todo por alcanzar la perfección en nuestra profesión.
Mi invitación es a dejar de hacer choro y actuar con integridad, a entregarnos a lo que hacemos y amarlo o mejor no hacerlo, porque es muy cómodo decir “no tengo tiempo”, “tengo mucha tarea”, “necesito un tiempo para mí”.
Mi invitación es a vivir para siempre, ser eternos, salir y darnos cuenta de que todo lo que hemos hecho ha valido la pena. Salir y entregarnos completamente a todo lo que hagamos, que nos quitemos el miedo a morir en escena y cuando veamos la luz brillante lo único que podamos decir es: Sentí todo lo que tenía que sentir y “fue perfecto”.
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