miércoles, 9 de marzo de 2011

Dos poemas

Por Kata Ramírez


Ángeles caídos



Y qué somos todos sino locos o bufones
En esta tormenta que amenaza oscuridad
William Shakespeare, Rey Lear

Es muy fuerte la tentación
de unirse al rebaño,
de hundirse en el fango,
de ser aplastado por gigantes.

Todos caminamos en el lodo,
buscando lo excelso en los escombros,
no somos más que locos o bufones
que no descifran el enigma…

Y así nos quedamos
Con una existencia efímera y caduca,
como ángeles caídos
e indefensos confundidos
en la dicotomía de la noche y el día.


La sombra de Cronos

No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.
Se acabó el que me dieron
José Emilio Pacheco: Prehistoria

Qué odiosa tarea contar la materia inexistente,
ponerle principio y fin a los seres,
marcar periodos, anunciar citas,
someter al humano,
con un extraño invento llamado “Tiempo”.

Qué terrible convertir lo eterno en finito,
volver la existencia una rutina,
clasificar lo inclasificable,
y después de un rato
(Justo o no, considerable o apenas suficiente),
decirle a los incautos:
Ey, se acabaron tus minutos,
prepara las maletas”.

Este instrumento criminal,
De inofensiva apariencia,
es ruin y perverso.
Virus nocivo:
Reloj su nombre,
y engaño su talento.

El tiempo, sutil e inconsciente suicidio,
trampa del hombre para el hombre,
hace tan mísera la existencia:
Llegaré tarde”,
El día ha terminado”,
Se acaba el tiempo”,
He perdido la cita”,
El día no alcanza”…

Verdugo implacable,
brutal y despiado,
castigas al hombre…
solo le obedeces.

El reloj mira desde la pared,
sin poderse detener,
se compadece del que cree ser su dueño,
diciéndole con ese Tic-Tac perpetuo:
pobre ingenuo,
la sombra de Cronos se ha apoderado de tu sueño.


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