Por Gonzalo Flores
Las manifestaciones vistas en Egipto, claramente emprendidas por la oposición, y el hecho de que su principal líder Mohammed El Baradei estuviera en ellas durante los toques de queda, representan un duro golpe a la política exterior casi ininterrumpida de los Estados Unidos que necesitan de los recursos prósperos de la región, sobretodo en lo que se refiere a los hidrocarburos, para subsistir del modo que lo hace en la actualidad.
La imagen de un soldado arrodillado uniéndose en oración con los manifestantes nos da una muestra de las diferencias culturales que los separan de Occidente. Sin embargo, de forma objetiva, la forma en que se están desarrollando los hechos nos llevan a pensar en la contraposición que el concepto de Revuelta hace al de Revolución.
Las muestras nacionales de lucha de clase se han extinguido para abrir paso a una nueva forma de la expresión de inconformidad, reprimida por muchos años, de los pueblos en cualquiera de sus formas. La no violencia, por lo menos no planeada, y la constancia que requiere algo con tan poca organización como es la propia Revuelta parecen ser las claves para que los cambios tan urgentes que algunos países necesitan se empiecen a dar.
Esto puede ser sumamente útil, sobre todo para un país como México donde todavía muchas personas sueñan con el mañana revolucionario, donde el pueblo como un todo colectivo se levante contra aquellos que han vulnerado su más ancestral soberanía. Aunque en teoría sea totalmente cierto, la realidad actual es mucho más compleja como para pensar en una revolución armada emprendida por algo tan vacío en la realidad como el pueblo, más bien lo que vemos en Egipto son grupos sociales bien definidos (partes de ese pueblo) persiguiendo intereses particulares. No por ello desdeñables, ya que como podemos ver lo que le conviene y lucha una minoría (que en el fondo son intereses generales) le conviene también a la vasta mayoría, aunque ésta permanezca inerte. Lo que se necesita son pequeñas muestras de subversión, siendo pacificas anulan el proceder represivo de los gobiernos autoritarios dejándolos totalmente vulnerables ante los medios masivos de comunicación (incluyendo el Twitter).
Estas muestras se necesitan emprender de una forma constante para que tenga un impacto mayor, no se puede conseguir un gran logro en una manifestación de uno o dos días, se necesita voluntad para permanecer en una actitud de desobediencia pacífica que logre quitar a todo un gobierno (y sobre todo a uno como el que representa Mubarack).
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