Adán sin Eva

Por Kata Ramírez

Hace muchos años, aunque no se sabe en realidad cuántos, el hombre llegó a la cúspide de su evolución; cuando descubrió el arma que lo destruyó: la anti-materia. 

Este acontecimiento terminó con la vida en la Tierra, del cual sobrevivió sólo un hombre. Dios, cansado y decepcionado por el curso que había tomado su grandiosa creación, estaba dispuesto a darse por vencido, pero se asomó desde el cielo y vio solo a Adán. 

Se compadeció de él y consideró en crear a una mujer para que lo acompañara, pero pensó que si lo hacía, la humanidad se reproduciría nuevamente y al transcurrir unos cientos de años, volvería a auto-destruirse. 

Indeciso sobre cómo proceder, envió a un arcángel para darle un mensaje al sobreviviente: Dios lo visitaría y él debería hablar sobre las cualidades de su especie.Si llegara a convencerlo, Dios le daría una segunda oportunidad. 

Adán, que por azares del destino sobrevivió a la destrucción masiva, temía vivir nuevamente entre aquellas criaturas, capaces de realizar inhumanas barbaridades. Él no deseaba que Dios le diera una mujer para ser el nuevo padre de la humanidad, pero si se quedaba solo, en poco tiempo perecería. 

Así que cuando llegó el creador a visitarlo y le preguntó porqué debía darle una segunda oportunidad a la especie humana, Adán, aterrorizado, enlistó todos los defectos de esta, resaltando la larga serie de atrocidades que había presenciado. 

Dios se sorprendió con su respuesta y convencido, se disponía a retirarse; ahora era bastante obvio lo que debía hacer. Pero Adán lo detuvo y le suplicó que no lo dejara morir solo, pero que tampoco creara por segunda vez a esos seres con los que había vivido ya durante veintisiete años y que tanto lo aterrorizaban. 

Dios reflexionó un momento sobre lo que había escuchado y una chispa iluminó su rostro. Entusiasmado, le dijo a Adán que tenía un plan, un nuevo proyecto que no podría fallar: crearía una versión mejorada del hombre.